

Esta vez por el agua (como muchos prevemos que sean las próximas guerras) pero con una nación hermana y no una potencia extra continental. El Río Iguazú tiene 6 represas en su recorrido netamente brasileño, y la de Itaipú que es binacional (Paraguay Brasil), totalizando 7. Debido a la sequía registrada en el sur del país limítrofe, en Brasil se cerraron las compuertas de estas represas para favorecer la generación hidroeléctrica, lo que derivó en la seca inusitada que vemos hoy en las Cataratas del Iguazú, y además dificulta gravemente el acceso al agua potable de muchos habitantes de la Provincia de Misiones, en el noreste argentino. Hay que tener mucho cuidado, y sé que la Argentina está actuando con celeridad y por la vía diplomática (la única vía razonable), pero entendiendo que para generar un diálogo se necesitan dos, y nuestro interlocutor no es famoso por su racionalidad. Por eso el peligro, porque es un conflicto en un momento de mucha tensión mundial, pero además con el Brasil de Bolsonaro.
Gracias al silencioso pero continuo trabajo de la Cancillería Argentina, conducida por Felipe Solá y Pablo Tettamanti – Canciller y Vice Canciller respectivamente - , se logró que el Gobierno Brasileño abra las compuertas de 1 ( la Represa “Baixo Iguaçú” ) de las 6 represas del Río Iguazú. Con las gestiones diplomáticas se consiguió que Brasil liberara 350 mts3/seg (metros cúbicos por segundo), se pedirán 1500 mts3/seg más hoy viernes. Así, se desactiva un foco de conflicto, pero deberá ser tenido en cuenta a futuro. Que la geografía nos haya puesto a depender de la buena voluntad de los hermanos brasileños es algo que debemos subsanar con políticas integracionistas (que muestren la real interdependencia de Brasil y Argentina), la fraternidad de los pueblos y diplomacia profesional.
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