

El recrudecimiento de las tensiones entre Azerbaiyán, Armenia y el enclave autónomo de Nagorno Karabaj iniciado el pasado 27 de septiembre se agrava tras una semana de enfrentamientos militares.
La histórica confrontación entre ambas naciones estalló en una sangrienta guerra en 1988 y se cobró casi 30 mil vidas, hasta que en 1994 se firmó un tratado de paz con la mediación del Grupo de Minsk, conformado por Rusia, Francia y Estados Unidos.
Sin embargo, a lo largo de las décadas hubo reiteradas faltas al compromiso acordado, que eventualmente no pasaron a mayores, hasta el domingo 27. Tras acusaciones cruzadas de iniciar las hostilidades, tanto el territorio autónomo como los gobiernos azerí y armenio movilizaron sus ejércitos para hacer frente a los combates.
Tras más de 7 días de enfrentamiento, los reportes de bajas difieren ampliamente entre lo que cada país informa, con lo cual no hay información fiable en torno a las víctimas fatales. A su vez, tanto Azerbaiyán como Armenia se acusan mutuamente de atacar asentamientos civiles, violando la normativa internacional.
Hasta el sábado, Armenia había reportado 207 bajas en su ejército, contra las estimaciones del gobierno azerí, que apenas tres días después de iniciada la contienda había calculado unos 2.300 decesos en las fuerzas armenias.
Respecto a las bajas de Azerbaiyán, desde Bakú sólo se compartió información en torno a víctimas civiles, que ascendían a 22 muertos y 74 heridos hacia el domingo. Respecto a las fuerzas armadas, no emitieron información, por lo cual sólo se cuenta con la estimación del ejército armenio, de entre 440 y 450 bajas hasta este sábado.
En caso de tomar como referencia los datos que cada país aporta en torno a las víctimas del ejército enemigo, y las de la población civil, el número de muertes por esta escalada bélica ascendería a cerca de 2.765.
Las autoridades del país musulmán acusaron a los ejércitos de Nagorno Karabaj y de Armenia de haber lanzado más de 10.000 proyectiles contra ciudades y localidades de su país.
Entre otras, uno de los objetivos que mencionaron fue Ganyá, la segunda ciudad más grande, detrás de Bakú, que se ubica a unos 60 kilómetros de la frontera con Armenia. Otras regiones atacadas serían Horadiz, Beilagan y Terter.
El Ministerio de Defensa de Armenia ha sido tajante al respecto, enfatizando que Ereván no perpetró ningún ataque hacia asentamientos del país limítrofe. “Desde el territorio de Armenia no se ha llevado a cabo ningún ataque contra Azerbaiyán, ni de artillería ni de misiles”, afirmó el titular de la cartera, David Tonoyán.
Además, el funcionario contraatacó acusando a Bakú de lanzar ataques contra poblaciones no sólo en Nagorno Karabaj, sino también en Armenia.
“Si para los dirigentes políticos y militares de Azerbaiyán las ciudades de Stepanakert, Martuni, Gadrut, Martakert y otras localidades son zonas permitidas para operaciones de combate, el Ejército de Defensa de Nagorno Karabaj responderá muy fuertemente con sus acciones profesionales”, indicó Tonoyán, y advirtió: “Las consecuencias para Azerbaiyán serán terribles”.
El escenario en el cáucaso es por demás complejo. Turquía ya ha declarado el apoyo a Azerbaiyán, un aliado clave en la región y de estrecho vínculo cultural. Por su parte, los intereses armenios y del enclave separatista tan sólo cuentan con el apoyo de Rusia en la región.
Pero este apoyo es, más bien, una afinidad más estrecha, ya que la potencia euroasiática se ha pronunciado más en pos de una resolución por el diálogo que en favor del bando armenio. De hecho, desde Moscú se le vende armas a ambos países.
Además, el involucramiento ruso en otras regiones conflictivas de medio oriente, como Siria, complejiza una intervención en el cáucaso. Es por eso que las palabras del Kremlin han ido más en dirección de una solución diplomática que de un apoyo explícito.
En este marco, el conflicto no se presenta fácil para la autodenominada República de Artsaj (conocida como Nagorno Karabaj por quienes no reconocen su autonomía), ni para Armenia.
Más aún teniendo en cuenta que el antagonismo tiene como alicientes una confrontación histórica y disidencias culturales casi irreconciliables. Sólo basta recordar que entre los aliados de Azerbaiyán se encuentra Turquía, país heredero del Imperio Otomano que perpetrara el genocidio armenio a principios del siglo pasado.