

Por: info30.net
Un reciente hallazgo en la Antártida ha desconcertado a la comunidad científica. Un iceberg de 30 kilómetros de largo, que se desprendió de la plataforma de hielo George VI el 13 de enero, permitió el acceso a un ecosistema marino que permaneció oculto durante décadas.
A bordo del buque de investigación Falkor, un equipo internacional exploró el lecho marino recién expuesto y descubrió una fauna sorprendentemente diversa. Entre los organismos hallados se encuentran arañas marinas gigantes, pulpos, peces de hielo y corales, además de una esponja en forma de jarrón que podría tener cientos de años.
La Dra. Patricia Esquete, líder de la expedición, expresó su asombro por la riqueza biológica en un entorno considerado inhóspito. Este descubrimiento brinda una oportunidad única para estudiar la evolución de especies en ecosistemas aislados y comprender su adaptación a condiciones extremas.
El equipo continuará analizando las muestras recolectadas en busca de nuevas especies y de información clave sobre el funcionamiento de estos hábitats subglaciales.
Nieve rosa en la Antártida: el fenómeno que alerta a los científicos
La Antártida está experimentando un fenómeno visualmente impactante: vastas extensiones de nieve han adquirido un tono rosado, un efecto conocido como "nieve de sandía". Este cambio de color se debe a la proliferación de Chlamydomonas nivalis, un alga microscópica que desarrolla pigmentos rojizos para protegerse del sol y absorber más calor.
Sin embargo, este fenómeno tiene consecuencias preocupantes. Al reducir la capacidad de la nieve para reflejar la luz solar, el hielo retiene más calor y se derrite a mayor velocidad, contribuyendo al calentamiento global. "La nieve rosa está en aumento y afecta el albedo de la nieve, lo que acelera el derretimiento del hielo", explicó el investigador José Ignacio García, de la Universidad del País Vasco.
Según estudios recientes, cada verano millones de toneladas de nieve se derriten en la Antártida debido a este proceso, que también se ha observado en el Ártico y los Alpes. Investigadores de proyectos como ALPALGA trabajan para entender mejor el impacto de estas algas en el clima y su posible relación con el cambio climático.