

Por: Redacción Info360
Este miércoles en horas de la madrugada, la sede social principal del Club Atlético Rosario Central fue objeto de un ataque por parte de dos hombres que comenzaron arrojando piedras y terminaron incendiando el frente del edificio con combustible, terminando por incendiar también el interior, según las primeras precisiones de la investigación.
En ese marco, el fuego comenzó a crecer y propició la explosión del vidrio de la puerta de ingreso, según afirmó la fiscal Raquel Almada en diálogo con Radio 2. Esto le provocó heridas al custodio de la sede, que debió ser hospitalizado en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.
Testigos de la escena identificaron a dos personas llegando al edificio, emplazado en calle Mitre entre Córdoba y Rioja, y aseguran haberlos visto atacarlo a piedrazos y también rociar las paredes para iniciar el incendio.
Sigamos festejando estupideces. Los que decapitaron el busto de Isaac Newell y los que hicieron esto son unos descerebrados que tienen que estar en cana. Son tan pelotudos (y delincuentes) que en lugar de ser hinchas de sus clubes son anti. Esto no es folclore, es delincuencia. pic.twitter.com/Izb4uF1Mij
— Gonzalo Ferrer ✍️ 🖥️🎙️ (@GonzaloBFerrer) November 17, 2021
Desde hace varios años la ciudad económica y demográficamente más importante de Santa Fe atraviesa una crisis de violencia sin precedentes, que tiene como marco general la creciente influencia de grupos narcotraficantes sobre amplios sectores de la sociedad.
Esta tendencia al conflicto y actitud delictiva no ha sido esquiva a la relación entre las hinchadas de los dos grandes clubes, Newell’s Old Boys y Rosario Central, cuya rivalidad a menudo se confunde con enemistad; característica aplicable a casi cualquier “clásico” del país.
Sin embargo, en el ambiente futbolero es de público conocimiento que el rosarino es con suma seguridad uno de los más ‘picantes’ del país, como también sendas hinchadas. Sin más explicaciones que esto inició la última escalada de violencia, cuyo último episodio fue la vandalización de la sede social de Rosario Central.
Un grupo de hinchas de Rosario Central decapitó el busto de Isaac Newell. Afortunadamente, hay amplios mensajes de repudio por parte de otros simpatizantes del club.
— VarskySports (@VarskySports) November 14, 2021
Vía @lacapital pic.twitter.com/5EIEF0L6CO
El preámbulo de este atentado inició en la madrugada del domingo, cuando dos personas identificadas con indumentaria de este club decapitaron el busto de Isaac Newell -inspirador de la fundación del club rival- ubicado en el Parque de la Independencia, inmediaciones del estadio del club, quitándole la cabeza.
A pesar de que los atacantes se cubrieron los rostros, la publicación de lo ocurrido en un perfil anónimo de hinchas de Central propició el reconocimiento de los responsables, que en primera instancia fueron escrachados en redes sociales y uno de ellos sufrió la vandalización de su automóvil, que terminó dado vuelta en plena calle.
En tanto, la primera represalia contra la institución se dio en la madrugada del domingo, cuando dos sujetos arrojaron numerosas bombas molotov caseras contra la subsede de Central ubicada en Catamarca al 3.500, y se filmaron haciéndolo.
🔴🚨 Tras la vandalización del busto de Isaac Newell, ayer a la noche tiraron bombas molotov contra la Sub-Sede del Club Atlético Rosario Central.https://t.co/DG2HtGQbOE#rosario3 pic.twitter.com/Y0kHpzAeZm
— Rosario3.com (@Rosariotres) November 15, 2021
Estos hechos generaron el repudio masivo de la gran mayoría de los hinchas de ambos clubes, en una ciudad saturada de hechos de violencia de todo tipo, y más aún en la violencia ligada al fútbol, que data de mucho antes del notable empeoramiento de la situación delictiva de los últimos años.
Por último, el nuevo ataque de esta madrugada a la sede principal del club "canalla" constituyó el último episodio de esta escalada de ataques.
En tanto, la situación también se encuentra envuelta en incertidumbre, ya que el número de represalias encabezadas por vándalos identificados con Newell's ya superó en número a la agresión inicial, y el final de esta espiral de violencia es -por el momento- una incógnita.