Se trata del General Qasem Soleimani, quien lideraba la fuerza Al Quds, un grupo de tareas se encarga de las operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución. El hecho tuvo lugar en Irak, que teme convertirse en terreno de batalla entre el país norteamericano y el persa.

La escalada de violencia había comenzado hace algunas semanas, cuando Estados Unidos bombardeó, también en Irak, un contingente de milicias pro iraníes dejando decenas de muertos. La respuesta ante esto fue inmediata: miles de personas se manifestaron en la embajada estadounidense en Bagdad provocando serios destrozos contra el establecimiento. 

Desde la Casa Blanca no dudaron en acusar a Soleimani y sus fuerzas por haber orquestado estas movilizaciones en contra de su país en la capital irakí, y en represalia lanzaron un ataque con drones en el día de hoy que alcanzó y dio muerte al poderoso general iraní. La ofensiva tuvo lugar en las afueras del aeropuerto de Bagdad y murieron otras 8 personas. 

Pasados 10 minutos de las doce de la noche del día de hoy, el gobierno de Estados Unidos anunció en redes sociales el ataque: “Por orden del presidente, el ejército de los EE. UU. ha tomado medidas defensivas para proteger al personal estadounidense en el extranjero, al matar a Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza de la Guardia Revolucionaria iraní Quds, una organización terrorista extranjera”. 

Trump utilizó el Twitter, como suele hacerlo, para comunicar su postura frente a cuestiones de importancia política: “debió haber sido asesinado hace años”, aseguró en su cuenta personal. Y luego agregó que “Aunque Irán no será nunca capaz de admitirlo claramente, Soleimani era a la vez detestado y temido en su país”. 

La estrategia de acusar de terrorista a quien recibe su ofensiva no debe haber sorprendido a nadie, ni siquiera considerando que las fuerzas del militar asesinado habían luchado junto con las norteamericanas contra el ISIS en Medio Oriente. Pero aún así no deja de hacer ruido que Donald Trump haya ido tan lejos mientras las grandes potencias del mundo y las naciones involucradas (como Irak) clamaban por moderación. 

Ahora el mundo espera por ver cuáles serán las reacciones que se prepararán desde Teherán, donde decenas de miles de iraníes salieron a las calles a pedir venganza por el líder asesinado.

Por Ezequiel Ian Pérez.

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