jueves 25 de abril de 2024
- Edición Nº1968

Sociales | 15 ene 2020

El escrache a los rugbiers de Universitario sacó a la luz graves casos de violencia de género que involucran a uno de los acusados


En los últimos días trascendió en redes sociales una denuncia pública de una joven que acusaba a dos jugadores de rugby del club de haber tomado y difundido fotos suyas manteniendo relaciones sexuales sin su consentimiento. A raíz de esto, varias mujeres contaron sus relaciones violentas con uno de los señalados, que ya había sido denunciado formalmente.

El valor de una joven para escrachar públicamente a los jugadores, que no sólo le tomaron fotos en una situación íntima sino que las difundían en grupos de whatsapp y hasta habían creado stickers con los que se dispersaba la imagen. motivó a otras mujeres a narrar las violencias que habían sufrido de parte de uno de los denunciados.

En principio, se había hecho público un chat entre dos jugadores de la categoría 93-94 de Universitario donde se podía ver un sticker elaborado con una foto íntima. Narella no tuvo problemas para hacer pública la situación con tal de que los responsables tuvieran que afrontar las consecuencias, y además se encargó de aclarar que otras chicas habían sufrido vulneraciones de su intimidad similares.

A los pocos días de la viralización del escrache el club había tomado cartas en el asunto, resolviendo suspender a los implicados hasta tomar una decisión. Luego de esto, y para sorpresa de la joven, el rugbier cuyo rostro trascendió en las redes se comunicó vía chat privado con ella propinándole amenazas, que también hizo públicas. “te voy a hacer mierda”, “ahora paso por tu casa”, “te voy a hundir”.

El comunicado del Club Universitario de La Plata (CULP) tras el escrache a sus jugadores.

F. F., como se identificó al agresor, la trató de “no saber que hacer para llamar la atención” y le aseguró que ya se estaba asesorando con su colega abogado (ya que se recibió en derecho).

Pero Narella no quedó sola: otras mujeres comenzaron a contar episodios de maltrato, amenazas y violencias que habían vivido con el sujeto en cuestión. Infidelidades, violencia psicológica, amenazas explícitas, empujones, el intento de forzar una puerta para ingresar contra la voluntad de una ex pareja a su domicilio y hasta el destrozo de un teléfono celular que le habían prestado, en el cual habían quedado pruebas de sus múltiples relaciones.

Las relaciones, que como casi siempre iniciaban de manera agradable y gradualmente se iban tornando violentas, culminaron en situaciones de peligro para las mujeres que se vincularon con F. F. En uno de los relatos se narra cómo en medio de una discusión redujo físicamente a la que era su pareja y le dijo “agradecé que no te cagó a palos, te voy a matar”.

Una captura de pantalla de una de las tantas amenazas que dirigió a una ex pareja.

La ocasión en que el joven jugador de rugby buscó entrar al domicilio de su ex pareja con golpes y patadas en la puerta suscitó el límite de la tolerancia de la chica, que contó sentirse “avergonzada” ante sus vecinos y lo denunció en la Comisaría de la Mujer. Rápidamente le otorgaron una restricción perimetral, que según la mujer nunca fue respetada.

El caso vuelve a poner en el centro de la escena prácticas y hábitos comunes a los grupos de jugadores de rugby, en este caso referidos a la intimidad sexual de terceros.

Por un lado se debe resaltar que Universitario haya actuado rápidamente ante tal situación, mostrando sin dudas un aggiornamiento ante la delicada situación que la violencia de género presenta en el país y la región. Restará conocer en todo caso si lo que motivó las medidas tomadas fue la actitud o su viralización masiva.

La primera página de la restricción perimetral que había ordenado una de las denunciantes.

La interrogante se desprende de una situación muy clara: un jugador de la primera categoría del club tenía una denuncia judicial y una restricción perimetral por violencia de género mientras jugaba, pero fue suspendido indeterminadamente por difundir fotos íntimas de terceros. He aquí la duda de si lo que incomodó al club fue el hecho o su masividad.

Combatir el flagelo de la violencia de género requiere un compromiso genuino de las personas, las instituciones y las organizaciones. Ponerse la camiseta no es actuar rápido cuando los hechos se hacen públicos, sino cuando ocurren.

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