

Por: Maximiliano Ucotich
Cuando “Nevermind” desbancó a “Dangerous” de Michael Jackson del número 1 de ventas –en enero de 1992– no hubo punto de retorno para Nirvana. Paradojas grandes si las hay, esto se produjo a caballito de la canción más odiada por Kurt Cobain: “Smells like teen spirit”.
Editado en septiembre de 1991, “Nevermind” se convirtió en uno de los álbumes más exitosos de todos los tiempos y le dio masividad al rock alternativo (al que se le puso la abarcativa etiqueta “grunge”). Vendió más de 30 millones de copias en todo el mundo y fue clasificado en el puesto 6 en la lista de “Los 500 mejores álbumes de la historia” (2020) y en el número 1 de “Los 100 mejores álbumes de los 90” de la revista Rolling Stone.
En el medio de la farsa económica menemista de un “un dólar = un peso”, en Argentina se le dio rienda suelta a shows internacionales de primer nivel. En el ámbito del rock, por solo citar a algunos, se pueden destacar: David Bowie, Guns N’ Roses, Rolling Stones, Metallica, Kiss, Iron Maiden y por supuesto Nirvana.
Tras las explosivas presentaciones de Guns N’ Roses en el estadio de River Plate, Nirvana haría de las suyas (vaya paradoja) en el estadio de Vélez Sarsfield –en el marco del “Coca Cola Rock Festival”.
Dicho evento tendría al estadio de Liniers como sede y presentaría en cuatro fechas distintas a Brian May, Joe Cocker, Keith Richards, B-52´s y Os Paralamas, entre otros más; la banda de Seattle fue con su concierto la que dio el puntapié inicial.
Con un show pautado para el 30 de octubre de 1992, Kurt Cobain, Dave Grohl y Krist Novoselic llegaron a Argentina durante el mediodía del jueves 29 acompañados por una comitiva de 15 personas. A ellos se sumaban Courtney Love, esposa de Cobain, y las Calamity Jane, una banda femenina que estaba dando sus primeros pasos en el mundo de la música.
1992 no estaba siendo un buen año desde lo personal para Cobain: a los problemas de salud que comenzaban a incrementarse debido al uso de sustancias, se le sumó el comienzo de una relación con Courtney Love.
Fruto de ese vínculo, en agosto de ese año nació su hija Frances Bean Cobain, una niña por la cual tuvieron que atravesar varias batallas judiciales para mantener la tutela. ¿El motivo? Meses previos al nacimiento, Love realizó declaraciones polémicas a la Revista Vanity Fair en la cual aseguraba haber consumido heroína durante su embarazo.
Con todo ese bagaje a cuestas Nirvana se disponía a dar su primer concierto y nada hacía suponer lo que les esperaba…
La cuota local al show llegó de la mano de Los Brujos, uno de los incipientes grupos de la escena alternativa que con su álbum “Fin de semana salvaje” (que recibió la venia de Gustavo Cerati y Daniel Melero) sentó las bases de un nuevo rock argentino.
Teloneros de Iggy Pop y Beastie Boys, Los Brujos sumaron a su historial ser también la banda de apertura de Nirvana en Vélez. Subieron al escenario minutos después de las 20.30hs para desplegar un enérgico set de media hora.
El mito dirá que, tras bambalinas, Cobain escuchó el riff de “Kanisha” y lo tomó “prestado” para componer “Very ape” (una canción que vería la luz en lo que sería el último disco de Nirvana, “In utero”). Realidad o no, lo cierto es que la similitud entre ambas es inmensa.
Si bien Los Brujos tuvieron una buena recepción por parte del público –e incluso contaron con un puñado de fanáticos que hicieron el aguante desde el primer acorde–, no ocurrió lo mismo con la presentación de las Calamity Jane.
Formada en 1989 en Portland, Oregon, Estados Unidos, Calamity Jane fue una de las bandas pioneras del Riot grrrl (movimiento feminista estadounidense ligado a la escena alternativa). Las Calamity Jane fueron teloneras en dos ocasiones de Nirvana: la primera vez fue en un festival anti-homofóbico en Portland el 10 de septiembre de 1992, junto a Helmet y Poison Idea; la segunda fue en Argentina y marcó el final abrupto de la banda.
En una entrevista concedida al Diario La Nación durante el 2020, Gilly Ann Hanner (vocalista y guitarrista del extinto grupo) señaló: “De alguna forma él (Kurt Cobain) sabía el lugar que ocupaba en la escena y nunca dejó de intentar hacerle espacio a bandas menos conocidas, en particular si eran bandas de chicas”.
Para hacer posible la presencia de las Calamity Jane en Argentina, Nirvana había desembolsado 5 mil dólares para un “full rockstar treatment”: aviones, hotel y un concierto pago frente a miles de personas. Lo que había sido mágico para el cuarteto, se desmoronó segundos después de tocar sus primeros acordes en el escenario.
Recuerda Gilly Ann Hanner: “Nos escupieron, nos tiraron con todo lo que tenían a mano, nos gritaban ‘putas’, nos mostraban el pene. Me enojé, agarré el micrófono y empecé a gritarles. Rompí mi pobre Mustang y me fui del escenario”.
Si bien las Calamity Jane no tenían un sonido muy distante al de Nirvana, la recepción del público fue repudiable desde el vamos. Podría comprenderse la indiferencia ante el espectáculo, pero bajo ningún concepto pueden avalarse las muestras de machismo explícito que padecieron.
Tal fue el daño que sufrieron que este concierto marcó el final de la banda: “Fue nuestro último show, debido a una variedad de circunstancias. Esa noche tuvo un gran impacto en nuestra autoestima. Combinado con el hecho de retornar a casa con nuestras guitarras rotas y tener que esperar tres meses a que nos paguen por un problema del management. Estábamos descorazonadas y decidimos volver a Oregon sin siquiera finalizar el tour. Nuestro ánimo estaba por el suelo y nos tomó años recuperarnos”, dijo Ann Hanner.
El cuarteto regresó en el año 2010, en una ocasión especial donde quisieron que sus hijos las vieran tocando, y en 2016, cuando repitieron el evento.
“Durante todo el set, toda la audiencia tiraba dinero y todo de sus bolsillos, barro y piedras, simplemente arrojándolos. Finalmente, las chicas se echaron a llorar. Fue terrible, una de las peores cosas que vi en mi vida, tanta masa de sexismo a la vez”, recordó Cobain en “Nirvana, the Chosen Rejects”, el libro que escribió Kurt St. Thomas.
“Krist, conociendo mi actitud sobre cosas como esa, trató de convencerme de que al menos no me prendiera fuego o me negara a tocar. Terminamos divirtiéndonos, riéndonos del público”, continuó.
“No se dieron cuenta de que estábamos protestando contra lo que habían hecho. Tocamos durante unos 40 minutos y la mayoría de las canciones estaban fuera de ‘Incesticide’, por lo que no reconocieron nada. Terminamos tocando 'Endless, Nameless' que está al final de ‘Nevermind’, y como estábamos tan furiosos y tan enojados por toda esta situación, esa canción y todo el set fueron uno de las mejores experiencias que tuve en mi vida”, aseveró.
Cobain también haría mención a este incidente en “Incesticide”, el disco de rarezas que editarían meses más tarde al indicar en su booklet: “Pagarle a Calamity Jane 5.000 dólares para ser abucheadas por 20.000 ‘macho boys’ en Argentina”.
Tras lo ocurrido con las Calamaty Jane, el ánimo de Cobain no era el mejor y el concierto tuvo riesgos de suspenderse. Sin embargo, a las 22.30hs (media hora antes de lo anunciado), Nirvana salió a escena.
No hubo saludos, no hubo una introducción, ni nada similar, solo una descarga instrumental que dio paso a un tema completamente desconocido y que tiempo después sería nombrado como “Nobody knows i’m new wave”. Fue la primera y la única vez que la interpretaron en directo.
Ante el desconcierto de las más de 20 mil personas arremetieron con “Aneurysm” (otro mazazo a la confusión dado que este tema recién saldría en el álbum de rarezas “Incesticide) y llegó la primera “venganza”: los acordes de “Smells like teen spirit” desataron una ovación total, pero todo quedó en un gran amague, ya que a los pocos segundos comenzó a sonar “Breed”, también del aclamado “Nevermind”.
No conforme con esto, Cobain volvió a mojar la oreja a todo el estadio: cinco minutos después repitió la intro de “Smells like teen spirit” y dio paso a “Drain you”.
Visto en perspectiva, quizás haya sido uno de los castigos más ejemplares en la historia del rock. La respuesta de Nirvana ante el machismo reinante fue lisa y llanamente un ensayo abierto en el cual tocaron canciones a desgano, otras con variaciones, e inéditos.
Impulsando a bandas como Calamity Jane, Cobain (además de ser un referente de la Generación X) siempre tuvo claro el rol sexista que ocupó la mujer en el mundo del rock mainstream y se manifestaba contrario a ello.
Defensor de las ideas feministas, anti-homofóbicas y anti-sexistas, el vocalista de Nirvana exhibió su rechazo a grupos como Led Zeppelin y AC/DC (aunque la primera canción que aprendió a tocar con su guitarra fue “Back in black”) por la mirada cosificadora sobre las mujeres.
Como muestra de su decepción ante la masculinidad basta escuchar “Territorial pissings”, una de las canciones de “Nevermind”: “Nunca he conocido a un hombre sabio, y si es así, es una mujer”. Incluso en muchas entrevistas sentó su posicionamiento en torno al rol de la mujer en la sociedad y bregó por una mirada de inclusión.
El concierto en la noche de Liniers continuó su derrotero con dos rarezas “Beeswax” (que también sería parte de “Incesticide”) y “Spank Thru”, la primera canción que compuso el grupo en el año 1985.
Este castigo impuesto al público dejó también su cuota de originalidad. Nirvana exhibió un repertorio lejano a “lo comercial” y se despachó con temas que jamás volvería a tocar en vivo o en su defecto sonaban esporádicamente. La furia a través de los ojos de Kurt Cobain parecía aumentar minuto a minuto en vez de descender.
Tocaron “Come as you are” y las primeras estrofas fueron reemplazadas por alaridos, emulando el agite del público a través del “eh, eh, eh, eh.” Luego siguieron potentes versiones de “Lithium” y “Lounge act”.
La noche continuó de la mano de “Sliver”, “About a girl” y “Polly” y se dio paso a una jam que se extendería por unos minutos. Suena “In Bloom” y la canción es por lejos más pesada que en el disco. “Territorial pissings” está cargada de furia y da paso a dos electrizantes versiones de “Been a son” y “On a plain".
“Negative creep” es oscura y potente y “Blew” marca el falso final de la noche con un frío saludo por parte de Cobain. Con el escenario a oscuras y el público cantando, Nirvana volvió al escenario para hacer otro inédito: “All apologies” (una canción que sería editada en el último material del grupo “In utero”, del año 1993) y para cerrar la noche “Endless nameless” (track oculto de “Nevermind”), una improvisación de unos diez minutos que se corona con Cobain destruyendo su guitarra.
Al final solo hubo un saludo frío por parte de Cobain –quien salió rápidamente del escenario– y Krist Novoselic, quien se acercó al micrófono para decir en español “Buenas noches”. Ese fue el punto final del paso de Nirvana por Argentina.
Para muchos fue el peor concierto en la historia de la banda; para otros la oportunidad de ver a Nirvana en estado puro, lejos de las poses. Al día siguiente, Cobain fue entrevistado por el periodista Sergio Marchi –que terminó siendo la única nota brindada en su paso por Argentina.
En la entrevista Marchi le dijo: “¿tendrías ganas de comentar el concierto de anoche?”.
A esto, Kurt Cobain respondió: “Bueno, había muchos hombres en la audiencia y me parece que trataron muy mal a las Calamity Jane. No me gustó para nada, me puso mal. Me pareció muy triste ver a tantos pibes con esa actitud discriminatoria hacia un grupo de chicas que trataba de hacer su show. Puedo entender todas las diferencias culturales que hay entre la Argentina y Estados Unidos, allá también pasaron momentos feos por tratar de tocar su música, pero nunca llegaron a un extremo como el que yo vi anoche. Me sacó de las casillas”.
Luego, Sergio Marchi comentó: “tampoco tocaron ‘Smells like teen Spirit’.” La respuesta de Cobain fue tajante: “No, la gente fue tan mala con Calamity Jane que no se merecía escuchar la canción (se ríe). Fue mi manera de mandarlos al demonio”.
La pregunta para hacerse es qué clase de fanático va un show por una sola canción. Podemos decir que Nirvana lidió con dos cuestiones: “decepcionó” a los “fanáticos” que esperaban su máximo hit y confrontó a los machistas con altura. Guste o no, el concierto dejó su huella, por algo a 30 años de realizado seguimos hablando de él.