El aumento reciente de casos de COVID-19 en la provincia de Formosa volvió a encender las alertas en todo el país. Las autoridades locales confirmaron un incremento de diagnósticos y reactivaron medidas preventivas, como la ventilación cruzada, el uso de barbijo en espacios cerrados y el seguimiento sanitario diario de las personas contagiadas. Aunque no se registraron internaciones graves ni fallecidos, el episodio reabrió el debate sobre el nivel de protección poblacional.
La vacunación contra el SARS-CoV-2 continúa siendo voluntaria en Argentina, pero es considerada una responsabilidad social por el Ministerio de Salud, que mantiene su aplicación gratuita en todo el territorio. En los vacunatorios públicos se usan las vacunas Spikevax monovariante XBB.1.5 (Moderna) y Comirnaty bivariante Original/Ómicron BA.4/BA.5 (Pfizer). También está disponible en farmacias la vacuna argentina ARVAC, producida con plataforma de proteínas recombinantes.
Para los especialistas, la baja adherencia al esquema de refuerzos es hoy el principal problema. El infectólogo Eduardo López explicó que las fórmulas actuales brindan protección cruzada frente a variantes como JN.1 y XFG —conocida como “Frankenstein”—, reduciendo el riesgo de cuadros graves. Sin embargo, advirtió que la cobertura es insuficiente, especialmente entre mayores de 50 años y personas con enfermedades previas.
La infectóloga Elena Obieta coincidió en que el virus sigue circulando de manera sostenida y alterna protagonismo con otras enfermedades respiratorias, como influenza y virus sincicial. Aunque el brote de Formosa no implica un riesgo inmediato para el resto del país, remarcó que cualquier región puede sufrir repuntes mientras no se alcancen niveles adecuados de inmunización.
Desde el equipo de epidemiología de Formosa, la médica Claudia Rodríguez señaló que el comportamiento del SARS-CoV-2 sigue siendo atípico y puede generar contagios en cualquier época del año. Indicó que las variantes actuales son altamente transmisibles, pero generalmente menos agresivas. En este contexto, informó que la provincia se encuentra a la espera de nuevas dosis por parte del Ministerio de Salud de la Nación.
El Ministerio de Salud definió pautas diferenciadas según nivel de riesgo. Las personas mayores de 50 años, inmunocomprometidos desde los 6 meses y embarazadas deben recibir un refuerzo cada seis meses. Para menores de 50 con comorbilidades, personal de salud y trabajadores estratégicos, el esquema indica una dosis a los seis meses y luego refuerzos anuales. En la población general de 6 meses a 49 años sin factores de riesgo, alcanza con un refuerzo por año.
La baja cobertura preocupa. En 2023 se aplicaron cerca de 3,8 millones de dosis; en 2024, la cifra cayó a 1,7 millones; y en lo que va de 2025, apenas supera las 343.000. Según el Boletín Epidemiológico Nacional, el descenso responde a la baja percepción de riesgo, dificultades logísticas, rotación del personal sanitario y la desinformación que circula en redes. Aunque los casos reportados en Formosa generaron alarma pública, los indicadores nacionales no muestran aún un aumento similar.