El fotoperiodista Pablo Grillo, de 35 años, continúa en estado crítico tras ser impactado en la cabeza por una cápsula de gas lacrimógeno mientras registraba la represión policial en la marcha de los jubilados frente al Congreso. Su padre, Fabián, confirmó que fue sometido a una nueva cirugía por un hematoma en el cerebro y que, aunque la operación fue exitosa, su estado sigue siendo reservado.
El hecho desató fuertes manifestaciones en distintos puntos del país. En Lanús, su ciudad natal, familiares y amigos realizaron un 'semaforazo' exigiendo justicia. Mientras tanto, en La Plata, reporteros gráficos y periodistas se reunieron en un 'camarazo' para denunciar la violencia contra la prensa.
Las críticas hacia el accionar de las fuerzas de seguridad no cesan. La Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (ARGRA) y el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) exigieron la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Sus declaraciones tras la represión, como el polémico “vamos ganando”, generaron aún más indignación en sectores de la sociedad.
Mientras tanto, desde el Gobierno minimizaron el ataque a Grillo. El ministro del Interior, Guillermo Francos, calificó lo ocurrido como un “accidente no previsto”, desestimando las denuncias de violencia institucional.
El caso de Pablo Grillo se suma a la creciente preocupación por el ataque a periodistas en manifestaciones. Organizaciones de derechos humanos advierten que más de 50 trabajadores de prensa han sido agredidos en los últimos meses, lo que consideran un atentado contra la libertad de expresión y la democracia.