Cada 29 de noviembre, el Día Internacional de las Defensoras de los Derechos Humanos destaca el valor y la importancia del trabajo de miles de mujeres que, a menudo bajo amenazas, dedican sus vidas a proteger los derechos fundamentales de todas las personas. Instituido en 2005 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, este día busca visibilizar el esfuerzo colectivo e individual de aquellas que luchan por la justicia, la igualdad y la dignidad en todo el mundo.
Mujeres como Berta Cáceres, la líder indígena lenca de Honduras asesinada por defender su territorio frente a megaproyectos, o Malala Yousafzai, la joven pakistaní que sobrevivió a un ataque talibán y se convirtió en símbolo del derecho a la educación de las niñas, son referentes globales de esta causa. Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz en 1992, ha dedicado su vida a la defensa de los pueblos indígenas, mientras que Tarana Burke, fundadora del movimiento #MeToo, ha transformado la lucha contra el acoso y la violencia de género en una causa mundial.
La lista de defensoras incluye también a Francia Márquez, vicepresidenta de Colombia y activista ambiental; Nadia Murad, sobreviviente yazidí y Nobel de la Paz; y Lottie Cunningham Wren, abogada nicaragüense que protege los territorios indígenas. Estas mujeres enfrentan no solo desafíos políticos y sociales, sino también la violencia de género que agrava los riesgos de su labor.
“Son las defensoras las que, con su trabajo, logran cambios reales en sus comunidades y en el mundo, a menudo enfrentando amenazas a su vida, pero con una convicción inquebrantable de que los derechos humanos son universales”, destacó un informe reciente de Amnistía Internacional.
En un contexto global donde la labor de las defensoras sigue siendo vital, el reconocimiento de este día es un recordatorio del compromiso necesario para garantizar su seguridad y continuar promoviendo los derechos humanos como pilar de una sociedad más justa.